Gran parte de las empresas del Reino Unido ha incrementado fuertemente sus niveles de stocks en el último año.
Esta misma semana, Honda ha anunciado el cierre de su planta de producción de automóviles de la localidad inglesa de Birmingham y, pese a que el fabricante asiático ha hecho todo lo posible por desvincular esta operación del Brexit, esta clausura ha levantado temores en el Reino Unido de que el movimiento de Honda pudiera servir de detonante para que otras empresas en diferentes sectores siguieran su ejemplo.
En el trasfondo de esta situación se encuentra la realidad de que, tras la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea prevista para finales de marzo, los vehículos producidos en este país tendrán que empezar a abonar los aranceles de importación propios del comercio internacional.
Pero el problema no afecta solo a la industria de automoción, que cuenta con unas cadenas de suministro ajustadas, sino que también extiende su impacto a otros sectores como el farmacéutico, donde ya se empiezan a verse movimientos de algunas grandes compañías para garantizar su presencia a ambos lados del Canal de La Mancha.
También farma
Este es, por ejemplo, el caso de AstraZeneca que ha buscado nuevas rutas de aprovisionamiento y ha negociado con sus proveedores para evitar quedarse sin existencias, o de Novo Nordisk que lleva acumulando stocks de algunas materias primas desde hace año y medio.
En términos generales, el Brexit ha supuesto, según algunos consultores internacionales, que gran parte del sector productivo británico haya hecho un aprovisionamiento de stocks brutal en los últimos meses, con el fin de evitar desabastecimientos en las líneas de producción y en volúmenes que no se han alcanzado en los últimos 30 años, aunque las autoridades del país han reiterado que han desarrollado un procedimiento aduanero simplificado que contribuirá a reducir la presión sobre unas cadenas de suministro que, paso a paso, han ido preparándose como mejor ha sabido para un escenario proceloso e inexplorado.