Europa critica los elevados niveles de ruido del transporte

El sector del transporte es una de las principales causas del alto nivel de contaminación acústica de Europa, según la Agencia Europea de Medioambiente.

24/04/2017 a las 21:30 h

Transporte por carretera en Francia El ruido del transporte por carretera es el segundo agente medioambiental más peligroso en Europa, según la OMS.

La Agencia Europea de Medioambiente, AEMA, ha publicado recientemente su estudio 'Gestión de la exposición al ruido en Europa', que recoge que los niveles de contaminación acústica en la Unión Europea y las medidas que pueden adoptar los Estados Miembros para abordar estos problemas.

Según este informe, el sector del transporte es una de las principales causas del elevado nivel de contaminación acústicade Europa, uno de los mayores problemas de salud medioambiental de la región. El tráfico por carretera es, en este contexto, la principal fuente, dado que supera los índices europeos de 55 decibelios por el día y 50 por la noche.

Actualmente, alrededor de 100 millones de personas están expuestas a una contaminación acústica por encima de los 55 decibelios en 33 países miembros de la AEMA. De ellos, 32 millones se enfrentan a niveles por encima de los 65 decibelios.

El ferrocarril ocupa la segunda posición dentro del informe ya que las actividades del sector ferroviario superan los 55 decibelios, lo que afecta a 19 millones de ciudadanos. El sector aéreo ocupa el tercer puesto, con más de 4,1 millones de personas expuestas a fuertes niveles de contaminación acústica, mientras que las actividades de la industria afectan a un millón de personas.

Además, conviene señalar que el ruido del tráfico por carretera es el segundo agente medioambiental más peligroso en Europa, por detrás de la contaminación atmosférica, según la Organización Mundial de la Salud, OMS.

La Unión Europea ha adoptado una serie de medidas para abordar este problema, a través de la Directiva sobre Ruido Ambiental, END en sus siglas en inglés, elaborada en 2002. La normativa exige a los Estados Miembros elaborar mapas de ruido y los correspondientes planes de acción con los que reducir sus niveles.

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