Maersk busca alternativas a los combustibles tradicionales

Con el objetivo de reducir las emisiones de CO2 y de contar con una fuente de suministro para el futuro, Maersk está investigando el uso de recursos de la biomasa como posible combustible alternativo.

21/03/2013 a las 0:26 h

Maersk Lines en un puerto

Hasta ahora el transporte marítimo no se ha benificiado ni de la investigación ni del desarrollo de la biomasa como una de las fuentes más importantes para el mundo de las energías renovables. En este escenario, Maersk ha puesto en marcha dos proyectos centrados en fomentar el uso de unos de los recursos de la biomasa más abundante y sostenible, como es la lignina.

Con una factura anual de combustible de 7.000 millones de dólares para las operaciones de los buques, la naviera se ha propuesto reducir el consumo de combustible con la mayor eficiencia posible, lo cual solo es posible mediante el uso de combustibles alternativos.

En la naturaleza, la lignina es un polímero orgánico complejo que se encuentra en las plantas. Esta sustancia se libera en grandes cantidades durante el proceso de producción de papel, sin embargo su potencial como combustible marino supone un área poco explorada.

En este sentido, Maersk ha firmado un acuerdo con la Universidad Tecnológica de Eindhoven para desarrollar un combustible marino viable derivado de la lignina que cumpla con los estrictos parámetros en cuanto a precio, rendimiento técnico, sostenibilidad, y sobre todo que suponga un bajo nivel de emisiones de partículas.

Por otro lado, la naviera se ha implicado en el proyecto "Biomasa para el Siglo XXI" cofinanciado por la Danish National Advanced Tecnology Foundation. Esta iniciativa también está estudianto la lignina como potencial combustible marino, así como de otras fuentes sostenibles de biocombustibles para la logística y los retos de producción a escala.

La gran ventaja de los biocombustibles es que no solo aseguran el suministro del combustible en el futuro, sino que también reducen en gran medida las emisiones de CO2 y las emisiones de óxido de azufre, en consonancia con las últimas líneas maestras marcadas en Europa al respecto.

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