Polonia, Hungría, Rumanía y Eslovaquia habían solicitado mantener las restricciones sobre cereales como el trigo y el maíz hasta finales de año para proteger a sus agricultores.
A raíz de la invasión rusa en febrero de 2022, las exportaciones ucranianas de cereales se han visto gravemente interrumpidas debido al bloqueo de los puertos del Mar Negro.
Mientras los principales actores mundiales presionan a Rusia para que vuelva a firmar el acuerdo, desde las ONG advierten de las graves consecuencias alimentarias que tendrá.
Desde Moscú se asegura que regresarán una vez se cumpla la parte rusa de los acuerdos, que incluye, entre otras demandas, la reconexión de su banco agrícola al sistema bancario internacional SWIFT.
La situación se ha agravado por la llegada de la sequía y las previsiones de una reducción del 50% de la cosecha española, que van a incrementar las necesidades de compra en el extranjero.
La previsión de movimiento es de unas 72.000 toneladas anuales, lo que supone retirar de la carretera 1.800 camiones, con una reducción aproximada de más de 2.000 toneladas de CO2.
El acuerdo entre Rusia y Ucrania se firmó a punto de expirar el plazo, permitiendo un tráfico de cargamentos del que España es el segundo receptor mundial, solo por detrás de China.
El cereal supone más del 50% del tráfico total de graneles sólidos que se importa procedente de Brasil, los Estados Unidos y, sobre todo, de Ucrania, tras sufrir un parón de varios meses.