La desaceleración y la crisis posterior no se manifestarán con una fuerte caída de la demanda de capacidad en todas partes y en la misma medida, sino en caídas locales en rutas específicas.
La rápida transición a fuentes de energía alternativas, como baterías e hidrógeno, dará lugar a enormes desafíos financieros y de infraestructura.
Desde el estallido de la guerra, los precios medios del transporte hacia Alemania han aumentado un 30%, pero en agosto hubo un ajuste de tarifas.