La reciente presentación de resultados de tres grandes grupos logísticos con tentáculos en el transporte de mercancías por carretera evidencia claramente lo difícil que es gestionar una empresa de transporte.
En uno de estos casos, uno de los directivos de estas empresas reconocía que la actividad de transporte de mercancías por carretera venía siendo desde hace tiempo la que menor rentabilidad ofrecía de todas las que tiene este grupo y la que contaba con unos márgenes más ajustados.
En otros dos casos, los resultados eran directamente de pérdidas en esta rama, que contrastaban vívamente con las pingües ganancias que se observan en otros segmentos de la actividad logística.
De unos años a esta parte, especialmente tras la pandemia, el transporte ha venido despertantdo gran interés en diversos círculos.
Fondos e inversores volvieron sus ojos hacia el sector cuando se hizo patente que escaseaban vehículos y que algunas grandes empresas industriales y de la gran distribución tenían en los transportistas a algunos de sus principales proveedores.
El combustible supone un 29,7% de los costes totales de un vehículo articulado de carga general y los salarios de los conductores, otro 22,5% adicional”.
Sin embargo, como en cualquier otra actividad humana, no es oro todo lo que reluce y ahora, como en etapas anteriores, es cuando salen a la luz los juegos de malabares que durante largas décadas han venido realizando diversos empresarios del transporte de mercancías, a los que se ha venido tildando bastante despectivamente de dinosaurios o de señoritos con una visión demasiado paternaltista de sus empresas.
Se ha olvidado a veces que muchos de estos empresarios han sido emprendedores que han construido prácticamente de la nada empresas de mayor o menor tamaño, pero que han venido sufriendo un fuerte rigor burocrático, el desprecio de gran parte de la sociedad y unas condiciones de mercado ciertamente adversas.
No se trata de hacer un panegírico de estos impulsores del sector. Como cualquier otro ser humano tienen defectos y muchos de ellos se han ido señalando, pero también conviene saber que han venido cumpliendo una función en condiciones de mercado un tanto precarias, con un segmento muy atomizado, poca interlocución y escaso poder de negociación frente a los clientes.
En este sentido, parece que la historia se repite. Tal vez no con los mismos resultados de hace alguna década, porque el sector no es el mismo y tiene un mayor grado de profesionalización, pero, desde luego, sí que se evidencia que las empresas de transporte siguen siendo compañías diferentes a las de otros sectores, que requieren de una gestión dedicada y un conocimiento de factores que no se dan en otros segmentos de actividad.
Dos aspectos que hacen la diferencia
Quizás haya dos elementos que ha yque tener en cuenta y que suponen aproximadamente dos tercios de los costes de cualquier empresa de transporte. Son los costes de personal, especialmente de los conductores, y del combustible.
Estos últimos suponen, si hay que hacer caso a los datos del último Observatorio de Costes del Transporte de Mercancías por Carretera del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, un 29,7% de los costes totales anuales de un vehículo articulado de carga general, el más común.
Así mismo, los salarios del personal de conducción suponen otro 22,5% del coste anual de un articulado de carga general.
Ambas variables constituyen un 52,2% de los costes totales anuales de una empresa de transporte de mercancías por carretera media y, por lo tanto, de su gestión más o menos eficaz depende su viabilidad y su rentabilidad.
De cómo se jueguen estas dos cartas depende el futuro de cualquier empresa de transporte.
La energía
En otras actividades, también se consume energía, pero en el transporte constituye el verdadero motor del sector.
Afortundamente, tras el fuerte incremento de los costes de la energía que se produjo en los primeros meses de la invasión rusa de Ucrania, ahora parece que se han estabilizado, aunque no volverán a los niveles que tenían hace unos años.
Además, en este ámbito se suma también el proceso de transición energética y descarbonización que afecta a todas las empresas de transporte y que lleva a tener en cuenta fuentes de energía alternativas, principalmente el gas, los biocombustibles y la electricidad que también empujan los costes al alza.
Así mismo, en este mismo ámbito hay que tener en cuenta la escasa seguridad jurídica que tienen las empresas a la hora de apostar por una determinada fuente de energía como alternativa a los combustibles fósiles.
En el transporte de mercancías, los ingresos han aumentado con solidez en los últimos años, pero su crecimiento está por debajo de la evolución de los costes, especialmente de los laborales y los de la energía”.
Además, los empresarios del transporte también se quejan de la falta de ayudas, de su pobre definición y de la alta carga burocrática que les supone, especialmente si se tiene en cunta que la mayor parte de todos ellos son pequeñas y medianas empresas.
De igual manera, la presión de los clientes, especialmente de los màs grandes e internacionalizados, para controlar la huella de carbono de su cadena de suministro obliga a las empresas a invertir en vehículos sostenibles si quieren optar con ciertas garantías a contratos, especialmente los más jugosos.
Los salarios
Por otro lado, el factor humano en el transporte tiene diversos condicionantes que lo diferencian de cualquier otro sector.
En primer lugar, los tiempos de conducción y descanso están meridianamente establecidos y no admiten ningún tipo de discusión,
Tradicionalmente en el sector siempre ha habido actores que han sabido bordear la regulación al respecto, pero los controles cada vez más exhaustivos y la generalización de los tacógrafos digitales van dificultando posibilidades de jugar con los límites al volante.
Todo ello, además, se produce en un contexto de escasez de profesionales.
Por lo general, se suele pensar que la degradación de las condiciones laborales en el sector ha ido empeorando esta ausencia de relevo y ahora el sector se encuentra ante la necesidad acuciante de incorporar profesionales allá donde se encuentren, con lo que los conductores tienen la posibilidad de elegir dónde quieren trabajar, circunstancia que también contribuye a incrementar los salarios para intentar atraer chóferes, lo que, como se ha argumentado anteriormente, presiona al alza uno de los principales componentes de costes de las empresas de transporte de mercancías por carretera en España.
Para abordar la escasez de conductores el sector necesita de una aproximación en diferentes frentes que, además, implican que todos los actores se involucren.
Cualquier iniciativa aislada no servirá de nada, como tampoco ayuda el escaso grado de colaboración, las iniciativas institucionales fallidas o las consignas que arponean a empresas o trabajadores sin pensar en que el sector necesita unidad para ganar atractivo,
Sin embargo, pese a la presión de todos estos factores, el mercado de transporte de mercancías por carretera sigue siendo muy competitivo y atomizado.
Aunque los precios han crecido en los últimos años, especialmente desde diciembre de 2021, cuando se firmaron los históricos acuerdos que han supuesto un avance sustancial en la situación del transporte, los costes crecen a mayor ritmo, especialmente tras cada una de las situaciones que vienen agitando la economía desde la crisis sanitaria.
Esta evolución queda reflejada en los registros de confianza empresarial en el sector, que trimestre tras trimestre constata una evolución plana de los precios en el sector, con unos márgenes comprimidos y una demanda que no acaba de repuntar.
Pese a todo, el transporte cuenta con atractivo para la inversión. Quizás su mayor debe se encuentra en la tecnología, una apuesta que lentamente se va abriendo paso, pero que, como otras, está sujeta a las condiciones de un mercado complejo y feroz.
Sin embargo, la presión de los clientes es cada vez mayor y las empresas de transporte deben tomar conciencia de la importancia que tienen los datos que generan para utilizarlos en beneficio propio y sacar el adecuado aprovechamiento.
