La última Jornada de la Escola Europea de Short Sea Shipping sobre la contribución del transporte intermodal a las cadenas logísticas de suministro eficientes, celebrada en Madrid, ha puesto de manifiesto que el éxito de la intermodalidad radica en el atractivo que está ofrezca a los transportistas, ya que son ellos los que han de elegir "subirse" al barco o al tren.
Esta es una de las conclusiones del encuentro que ha reunido a transportistas, operadores ferroviarios y a representantes del puerto de Barcelona y de Puerto Seco Azuqueca, entre otros, para analizar cómo impulsar la intermodalidad en el sector transporte.
Durante su participación en el encuentro, Marcos Basante, presidente de la Asociación de Transporte Internacional por Carretera, Astic, ha hecho hincapié en que el impulso al transporte intermodal debe estar liderado por el transporte por carretera como "nexo de unión que vertebra el resto de modos".
En su opinión, este es uno de los cuatro pilares fundamentales en los que se debe basar el transporte intermodal. Los otros son establecer un equilibrio de inversión en infraestructuraspor criterios de eficacia y viabilidad, contar con una política de inversiones de las administraciones que permita afrontar las carencias actuales y, por último, la eliminación de las excesivas trabas burocráticas actuales que dificultan su desarrollo e impiden su competitividad.
Más allá de Astic, desde la que se definen como "claros defensores de la intermodalidad como vía de mejora para la competitividad del transporte", otros actores también comparten la idea de que es la carretera la que debe impulsar la interrelación de los modos.
Autopistas por mar y ferrocarril
Desde VIIA sostienen que "para que el ferrocarril se desarrolle, tiene que hacerlo de la mano de la carretera", ya que es el modo que concentra la mayor cuota de transporte terrestreen larga distancia.
Mesa redonda sobre los servicios intermodales complementarios para el transporte por carretera.
Por ello, algunas de las líneas estratégicas de VIIA han sido invertir en equipamiento para que el transportista no tenga que hacerlo si quiere subirse al tren, como ha ocurrido tradicionalmente, y facilitar el acceso a las terminales ferroviarias. Además, contar con una alta frecuencia también es vital para que al transportista le compense utilizar este modo.
La misma frecuencia es necesaria en las autopistas del mar, en las que su potencial no radica tanto en el precio, sobre todo con la caída del petróleo, sino más en la flexibilidad que otorga para cumplir los tiempos de conducción y descanso de los conductores.