La industria automovilística mundial vive tiempos agitados desde hace unos años. Los procesos de transformación digital y energética han coincidido con cambios geopolíticos que están trastocando el tradicional funcionamiento de los mercados .
En el ámbito industrial estos cambios se están produciendo también y tienen su traslación a las relaciones que tienen las marcas con sus clientes, que desde hace un par de años vienen desbordando la mera relación comercial de compraventa de vehículos, con el añadido en gran parte de los casos de herramientas de financiación.
Los nuevos aires políticos suponen un freno y una marcha atrás en un proceso de transición energértica que está generando dudas por la magnitud del cambio”.
Sin embargo, transición energética y digitalización están transformando el mercado de transporte en Europa e incorporan al mero servicio de mover cosas de un punto A a otro punto B, nuevas labores que aportan valor y, también, nuevas capas de complejidad a la ya de por sí difícil tarea que realizan las empresas de transporte.
Las marcas como empresas de servicios
En este último año, los fabricantes han seguido avanzando por ese camino, especialmente en el ámbito del desarrollo, gestión, instalación y puesta en marcha de puntos de recarga para los vehículos eléctricos de las empresas de transporte.
En este sentido, hay que entender que el paso de los vehículos de combustión a los vehículos eléctricos no es únicamente un simple cambio de motor y de fuente de energía.
Este paso implica toda una amplia serie de modificaciones en diferentes ámbitos que va más allá de la sustitución del gasóleo por la electricidad y que se extiende a la manera de conducir y de gestionar la autonomía de los vehículos, a la medición de su coste total de adquisición, a los precios de los servicios, las condiciones de explotación y, por supuesto, también al mantenimiento y la recarga de las nuevas unidades eléctricas.
De cara a este 2025, las marcas seguirán avanzando por este camino para convertirse en actores que acompañan a las empresas de transporte en su transición energética y digital y para ello seguirán desplegando alianzas estratégicas que les permitan asumir con garantías las inversiones que requiere esta transformación integral que está viviendo la industria.
Europa podría replantearse su proyecto de transición energética, especialmente si es la única zona del mundo que impulsa el abandono de los combustibles fósiles”.
Las decisiones industriales no se toman a la ligera y se desarrollan a lo largo de años, e incluso de lustros y décadas, como es el caso de la actual transformación de las marcas de actores industriales a proveedores de servicios. Algunos dicen en los últimos meses que el SaaS está pasado de moda, pero en el sector del transporte de mercancías por carretera parece más indispensable que nunca, con las empresas de transporte convertidas también cada vez más en compañías más tecnificadas y que extienden su actuación más allá del simple movimiento de mercancías.
Freno y marcha atrás en sostenibilidad
Sin embargo, el camino para este cambio lejos de estar trazado, cada vez está más embarrado.
Soplan vientos de cambio en la política de los países occidentales. La llegada de Donald Trump al poder en los Estados Unidos ha supuesto un frenazo y marcha atrás para las políticas medioambientales en aquel país.
La situación en América del norte podría extenderse rápidamente a Europa, tradicional paladín de las causas medioambientales y donde ya resuenan voces que piden repensar estas políticas, principalmente por las consecuencias que tienen sobre el empleo y la industra del continente, así como por los efectos no deseados del proceso como pérdida de competitividad exterior, especialment frente a otros países que no muestran tantos remilgos a la hora de aprovechar sus recursos naturales, o los de otros países más pobres a poder ser, para conseguir ventajas competitivas no alcanzables por las empresas europeas.
Así pues, habrá que ver cómo queda el panorama especialmente después de las elecciones legislativas en Alemania, el verdadero motor de la economía de la UE y, por extensión, de todo el continente.
La decisión de los ciudadanos tendrá su peso a la hora de determinar si se sigue adelante con el proceso o si se produce una pausa. Ambos caminos tienen su pros y sus contras, como cualquier obra humana.
De momento, la oferta de vehículos eléctricos es cada vez más numerosa. En esta misma línea, se mantiene el diferencial de precio entre los vehículos de combustión y las unidades eléctricas, aunque lentamente se van acercado, especialmente por las mejoras en prestaciones que van incorporando los vehículos eléctricos, principalmente en el ámbito de los comerciales, que es donde más avanzada está la electrificación de la flota.
Digitalización trabajosamente en marcha
Todo esto en cuanto a la transición energética y la electrificación, mientras que la digitalización sigue adelante también pese a las dificultades que se encuentra el proceso en un segmento tan atomizado como el transporte.
De momento, el sector ya espera la llegada del e-CMR y ya se están aplicado el contenido del Reglamento Efti.
La creciente digitalización aumenta el riesgo de ciberataques en el sector del transporte”.
Al tiempo, también se están produciendo avances en la facturación electrónica, principalmente a raíz de las obligaciones legales al respecto.
Más retrasado, sin embargo, está la generalización de los sistemas de trazabilidad y visibilidad en las empresas de transporte, especialmente en las más pequeñas.
Las grandes empresas del sector, por su parte, ya trabajan con herramientas tecnológicas avanzadas impulsados por sus clientes que son los que de verdad sacan partido de toda la información que genera la mercancía que se mueve a lo largo y ancho de sus cadenas de suministro e integrando en todo momento el posicionamiento y el estado de la carga durante todo el transporte.
En este sentido, las empresas de transporte van abriendo los ojos a las posibilidades que les ofrecen estas herramientas de trazabilidad a la hora de controlar retrasos en las labores de carga y descarga, ineficiencias en la conducción o en la gestión de rutas y mejoras para el mantenimiento predictivo de sus equipos de transporte.
Así mismo, por otro lado, este 2025 llegará, en teoría y si no se producen nuevos retrasos, el nuevo tacógrafo inteligente de segunda generación, una herramienta que da un paso más en el control de los tiempos de conducción y descanso de los conductores, pero, por otro lado, un instrumento que además de la vigilancia legal, también abre posibilidades nuevas para impulsar la eficiencia en la actividad de transporte.
Toda esta evolución tecnológica y digital pone sobre el tapete los riesgos cibernéticos a los que se enfrentan las empresas de transporte, especialmente en un contexto en el que las amenazas en la cadena de suministro son el pan nuestro de cada día.
En cualquier caso, desde comienzos de 2020 se vive una situación en la que la incertidumbre es el factor dominante en todos los ámbitos de la actividad económica.
Precisamente por esta cuestión, el análisis de los riesgos geopolíticos y de seguridad será una prioridad en el sector llamada a condicionar inversiones y desarrollos.
