Cada tonelada adicional en la carga de los camiones incrementa el consumo medio en aproximadamente 0,25 litros por cada cien kilómetros, según un estudio de Eurowag.
Este dato implica que un vehículo con una carga tres toneladas más de peso, por ejemplo, consume casi un litro adicional cada cien kilómetros.
Consecuentemente, este parámetro tiene un gran impacto en la elección de la ruta, el tipo de semirremolque o el volumen de combustible a repostar, toda vez que una diferencia de unas pocas toneladas puede suponer un incremento de costes de miles de euros al mes.
En cuanto al tipo de ruta, en ciudad el impacto del peso en el consumo es mucho más notable que en autopista. Es en los tramos urbanos donde los datos del estudio muestran mayor variabilidad. Un camión más pesado en tráfico denso consumirá considerablemente más recorriendo la misma ruta que uno más ligero, sin posibilidad de compensarlo.
Así mismo, por ejemplo, un depósito de 600 litros de combustible lleno supone media tonelada extra. Si el vehículo realiza trayectos cortos y regresa con frecuencia a la base, puede ser más rentable repostar menos cantidad, reduciendo el peso.
Por otro lado, aunque el volumen y la distribución del peso suelen quedar en segundo plano al planificar las cargas, sin embargo, pueden tener un impacto significativo en el consumo.
De acuerdo con los datos de Eurowag, cuanto menos se planifique la distribución de la carga, mayor será el coste. Por eso, algunas empresas están introduciendo perfiles de peso orientativos según el tipo de pedido, para identificar qué rutas y vehículos transportan las cargas más pesadas. No se trata de pesar cada día, sino de contar con un parámetro sencillo que ayude a controlar el consumo y los costes.
Muchos vehículos también transportan equipamiento adicional como gatos, carrocería pesada o tecnología extra, que podría reducirse en ciertas rutas sin comprometer la seguridad operativa.
Además, al renovar equipamiento, conviene comparar el diseño de los semirremolques y carrocerías. Materiales más ligeros o diseños más eficientes pueden suponer cientos de kilos de ahorro, o lo contrario.
Además, con los peajes basados en emisiones y el precio del combustible al alza, el control del peso deja de ser un simple detalle operativo, siendo uno de los pocos parámetros que un transportista realmente tiene en sus manos y que puede darle ventaja antes de que sea demasiado tarde.