El gas natural se consolida como energía de futuro

El gas natural parece que se ha hecho fuerte en algunos segmentos del transporte por méritos propios y, a la vista de cómo está evolucionando la tecnología asociada.

04/05/2018 a las 1:07 h

Repostaje de gas natural licuado GNL Parece, tal y como indican algunos expertos, que el gas natural vivirá un importante despegue en la década del 2020.

A juicio de muchos expertos, el gas natural está llamado a jugar un importante papel a corto y medio plazo en la descarbonización de la economía mundial, como una mera energía de transición hacia un futuro dominado por la energía eléctrica.

Sin embargo, a la vista del actual desarrollo tecnológico e industrial, el panorama de un transporte alimentado por la electricidad como fuente energética principal, a la espera de que las baterías ganen autonomía y aligeren su peso, solo parece realista a muy largo plazo, mientras que gana fuerza la opción de contar con un mix energético que pueda servir de alternativa eficaz a los derivados del petróleo.

Por contra, en los últimos años las aplicaciones del gas natural, tanto en el transporte terrestre como en el marítimo, no han parado de crecer y, a la vista de las inversiones comprometidas en diferentes ámbitos para los próximos años, no parece que esta energía vaya a decaer.

Es más, parece, como indican algunos expertos, que el gas natural vivirá un importante despegue en la década del 2020.

[sumario]Las tecnologías más realistas suelen acabar por imponerse a propuestas más vanguardistas y arriesgadas, por su mayor capacidad de adaptación a las necesidades reales de los mercados, las empresas y las personas.[/sumario]

Por un lado, en el transporte de mercancías por carretera, el gas natural parece haberse ganado un hueco en los viajes de larga distancia, por autonomía, prestaciones, disponibilidad, facilidad de uso y opciones de mercado.

Los fabricantes de camiones han multiplicado su oferta de vehículos de gas en los últimos años, al tiempo que han ido acercando el rendimiento de los motores alimentados por esta energía a los de otras unidades equiparables que utilizan el diésel como combustible, justo en un segmento de actividad en el que las baterías eléctricas no pueden competir principalmente debido a factores como su menor autonomía y su peso, que supone perder capacidad de carga.

Por otro lado, en el transporte marítimo, el gas natural parece verdaderamente asentado como una tecnología alternativa de futuro, justo cuando el sector se asoma a un cambio radical en sus niveles de emisiones contaminantes. Así lo atestiguan tanto las adquisiciones de nuevos buques propulsados por gas natural que han hecho diferentes navieras, como las inversiones en instalaciones que están llevando a cabo puertos de diferentes zonas del mundo para abastecer a los barcos de gas y realizar operaciones de bunkering.

En el transporte marítimo, las inversiones suelen mover grandes sumas de dinero en largos períodos de tiempo, por lo que el sector busca tecnologías contrastadas y fiables que puedan rentabilizarse a medio y largo plazo, algo que parecen haber encontrado en el gas natural.

A lo largo de la historia se ha podido comprobar que las tecnologías más realistas se han impuesto a propuestas más vanguardistas y arriesgadas, precisamente por su mayor capacidad de adaptación a las necesidades reales de los mercados, las empresas y las personas.

El gas natural parece que se ha hecho fuerte en algunos segmentos del transporte por méritos propios y, a la vista de cómo está evolucionando el estado del arte en los últimos, parece que para quedarse largo tiempo.

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