La evolución verde de las petroleras

No hay vuelta atrás en la transición energética. Las petroleras lo han entendido perfectamente y buscan abrir el espectro a nuevas fuentes de energía para seguir dando servicio en un proceso lento pero imparable, dado el tamaño de las grandes multinacionales

09/07/2021 a las 18:31 h

El indicador más fiable de que la sostenibilidad es un valor al alza sin marcha atrás se encuentra en la economía.

Y dentro del viraje que está dando la economía, pandemia mediante, hacia el cuidado del medioambiente llama poderosamente la atención los movimientos que de un tiempo a esta parte realizan las principales empresas energéticas del planeta.

Con el cerco cada vez más estrecho sobre los derivados del petróleo, estas grandes multinacionales parecen extraordinariamente conscientes de que la suerte está echada y se aprestan a adentrarse por el camino de las energías alternativas.

Siguen de este modo un camino paralelo al de la industria automovilística, cada vez más centrada en la electrificación y en contar con una gama con cada vez más unidades sostenibles.

No en vano, una y otra forman parte de un mismo ecosistema complementario: si unos fabrican los vehículos, los otros producen el combustible con que se mueven los automóviles. Tiene toda la lógica, por tanto, que ante el cambio de modelo energético que se está produciendo, se busque un camino a seguir.

Además, en los últimos meses también se han producido diferentes movimientos de convergencia entre fabricantes de vehículos y empresas energéticas que anuncian movimientos de integración difíciles de pronosticar en estos momentos, pero que en todo caso parecen poner sobre aviso de que cambios de mayor calado ya se avistan en el horizonte..

Hacia la diversificación

Quizás, uno de estos movimientos más llamativos, que no inédito, se ha producido el pasado mes de marzo, cuando CLH pasó a denominarse Exolum, aunque ya en 2018, la noruega Statoil se renombre como Equinor, en un cambio que no solo ha sido cosmético, sino que se ha traducido en un progresivo movimiento hacia la producción de energía eólica.

De esta manera, la que hasta entonces era Compañía Logística de Hidrocarburos se deshacía de su identificación con los derivados del petróleo para conseguir una marca única y distinguible para todos sus mercados, más allá de la identificación con el sector de los hidrocarburos y en línea con su estrategia de ampliación de su actividad en nuevos sectores, como son los carburantes ecológicos, la economía circular o el desarrollo de nuevos vectores energéticos, entre otros.

Por otra parte, a mediados de marzo pasado también, Repsol y Microsoft decidieron reforzar sus vínculos para acelerar la transición energética global, en la estela de colocar a la electrificación y las renovables como los grandes protagonistas del futuro, junto con los biocombustibles, los combustibles sintéticos, el hidrógeno y la captura y almacenamiento de CO2.

Así mismo, en el ámbito de la electrificación de la movilidad, BP también ha alcanzado acuerdos de colaboración en marzo con Volkswagen, para impulsar la red de puntos de recarga para vehículos eléctricos, por un lado, así como Daimler, para, por otro, para acelerar la electrificación a través de nuevas soluciones de recarga.

Un mes antes, en febrero de este mismo 2021, Shell ha puesto en marcha un ambicioso proceso de transformación energética con la vista puesta en alcanzar la neutralidad en emisiones, algo que en otros momentos se hubiera considerado algo revolucionario para una empresa petrolífera, pero que en estos tiempos solo es una muestra más de hacia dónde se mueve un mercado que vive fuertes convulsiones.

Por lo que respecta a la francesa Total, también desarrolla un plan para generación de energía eléctrica con el que quiere colocarse entre las cinco principales empresas de renovables del planeta para 2030.

Muchas petroleras se adentran en la producción de energía solar.

Incluso Saudi Aramco está involucrada en proyectos de generación de energía solar, aprovechando las horas de luz que tiene Arabia Saudí, un país que parece haber comprendido que sus reservas petrolíferas tienen un horizonte fijado, mientras que la energía que proporciona el sol es prácticamente inagotable.

En definitiva, la práctica totalidad de la industria petrolera mundial ha asimilado que el proceso de transición energética no tiene marcha atrás y que, en un marco de cambios acelerados, no les conviene quedar atascados en un segmento de actividad que, a juicio de muchos expertos, tiene los días contados y al que nadie puede quitar el impulso que ha dado a la movilidad en todo el planeta, aunque con el debe del impacto ecológico.

[sumario]El proceso de transformación energética parece haber activado las alianzas de colaboración entre empresas de diferentes sectores para buscar soluciones a un momento especialmente complejo”.[/sumario]

Pese a ello, el reto tiene una gran magnitud y no es de extrañar que abunden los proyectos de colaboración entre empresas de diferentes segmentos para encontrar espacios que les permitan adaptarse a un mercado envuelto en una profunda transformación.

Sin embargo, al tiempo, todos ellos son también grandes conglomerados con intereses multinacionales que no pueden cambiar de modelo de negocio a la velocidad en que podría hacerlo una PYME, por lo que el proceso se desarrolla de una manera acompasada y que, en cualquier caso, como en otras actividades económicas, baila al compás que le marca el mercado, en función de la oferta y la demanda.

Pese a las dificultades, como indica una de las principales asociaciones internacionales de empresas petroleras, Ipieca, el sector parece dedicado a avanzar en el proceso de transición energética explorando compuestos de bajas emisiones, generando buenas prácticas medioambientales e impulsando una transición justa que no prime a unas fuentes de energía sobre otras por motivos políticos.

En resumen, algo se mueve, como diría Galileo, aunque aún desconocemos si lo hace en la dirección correcta y a velocidad adecuada. El tiempo lo dirá.

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