En la reunión que ha mantenido el Comité Nacional del Transporte esta pasado miércoles 13 de febrero con la Dirección General de Tráfico se ha encontrado con un organismo inflexible en su cerrada defensa de su propio concepto de seguridad vial.
Los transportistas, que de entrada parecían contar con el aval previo de Fomento para modificar los accesos en los desvíos obligatorios a las autopistas de peaje y poder adaptarlos al sentido de la marcha de los vehículos hacia sus puntos de destino o sus bases de origen, se han topado con un frontón, algo que también era previsible teniendo en cuenta la trayectoria profesional de mano dura en defensa de la seguridad vial que en sus dos etapas al frente de la DGT ha seguido (y sigue) su actual director general, Pere Navarro.
Así las cosas, la DGT no solo no permitirá que se derogue ningún desvío obligatorio de los vehículos de transporte pesado hacia vías de peaje, sino que, además, tampoco está dispuesta a tolerar que se alteren los ya aprobados de ninguna manera debido a que eso, a su juicio, implicaría riesgos para el resto de usuarios de las vías que las autoridades no están dispuestas a asumir.
Así pues, los transportistas solo han conseguido arrancar una promesa, otra más, de que se estudiará la posibilidad de permitir salir a los camiones de las autopistas de peaje a las que se les haya obligado a circular para cumplir con el mínimo trayecto imprescindible tras analizar su impacto durante un piloto de tres meses en el trayecto entre los municipios riojanos de Agoncillo y Calahorra y a expensas de que la Guardia Civil pueda controlar fehacientemente las infracciones entre ambos puntos.