Apenas dos días después de su comienzo, el sindicato GDL y Deutsche Bahn han acordado solventar sus diferencias acudiendo a un proceso de arbitraje.
El paro buscaba una mejora de condiciones, pero en realidad se trata de una lucha de poder entre sindicatos. GDL, que pretende ganar importancia en las negociaciones laborales, es mayoritario entre los maquinistas pero minoritario en cuanto al resto de empleados del ferrocarril. Su intención es poder negociar también acuerdos para otros profesionales que no sean los propios maquinistas.
Después de acordar el fin de la huelga, su presidente, Claus Weselsky, se mostraba satisfecho: “El sindicato GDL ha conseguido lo que ha pedido todo el tiempo, es decir, un documento por escrito que reconoce que nuestros miembros tendrán su propio acuerdo laboral, incluso aunque la empresa no tenga éxito negociando un acuerdo uniforme con el otro sindicato”.
El proceso de arbitraje durará al menos tres semanas, por lo que quedan descartadas nuevas huelgas en ese tiempo. Esta última ha sido la novena en once meses en el sector.
Los empresarios estiman que cada día de paro ha costado 100 millones de euros a la economía germana.