EIT Urban Mobility, junto a la entidad Transport for London y la Autoridad del Gran Londres, ha revelado a través de un estudio reciente que ahora que las emisiones tradicionales del tubo de escape están disminuyendo gracias a la electrificación y a las nuevas normativas, las no procedentes de los gases de escape se han convertido en la principal fuente de contaminación por partículas del transporte por carretera.
Estas corresponden fundamentalmente a las partículas liberadas por el desgaste de los frenos, los neumáticos y la superficie de la carretera, según indica el informe, para el que se ha tomado como ejemplo la ciudad de Londres. En concreto, la contaminación por micropartículas sigue siendo una de las amenazas más graves para la salud ambiental en Europa, pues en 2022, más del 96% de la población estaba expuesta a concentraciones de PM2,5 superiores a los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud.
Además de perjudicar la calidad del aire, dichas partículas contaminan el agua y el suelo, lo que suscita preocupación por los daños ecológicos a largo plazo y la acumulación de microplásticos. Por su parte, el desgaste de los frenos es actualmente la mayor fuente de emisiones no procedentes de tubos de escape en zonas urbanas, y más del 40% de las partículas resultantes permanecen en suspensión en el aire.
También destaca el desgaste de los neumáticos, pero en este caso la mayoría de partículas acaban depositadas en el asfalto o se dispersan en los ecosistemas circundantes. Precisamente la conducción urbana, con frecuentes paradas y arranques, potencia ambas formas de contaminación.
Las futuras normas Euro 7 establecerán por primera vez restricciones a las emisiones provocadas por el desgaste de frenos y neumáticos, aunque en el caso de los neumáticos, solo se aplicará a los vehículos nuevos.
Componentes antidesgaste
El estudio concluye también que una adopción temprana de componentes antidesgaste en las flotas permitiría obtener beneficios importantes, pero advierte de que cualquier transición debe ir acompañada de una evaluación de la toxicidad de los materiales. En una simulación para Londres, la implementación de frenos y neumáticos antidesgaste figura como la medida más efectiva desde el punto de vista económico, con una estimación de beneficios sociales netos de 235 millones para 2050.
El estudio pide también a las autoridades locales que consideren las emisiones no procedentes de tubos de escape como una fuente importante de contaminación y apoyen la electrificación de vehículos, amplíen las zonas de bajas emisiones, reduzcan los límites de velocidad para reducir el frenado, apoyen el aligeramiento de los vehículos y garanticen el mantenimiento de las carreteras.
En el ámbito nacional, el estudio insta a los gobiernos a implementar las normas Euro 7, impulsar la innovación en materiales de bajo desgaste y respaldar la renovación de la flota de vehículos existente. Por otro lado, es esencial que las instituciones europeas establezcan métodos de medición armonizados, un avance crucial para generar consenso y permitir políticas coordinadas más allá de las fronteras.