Isabell Büschel, directora de Transport & Environment en España

Infraestructuras para una descarbonización real del transporte

Es fundamental desarrollar normativas que permitan asegurar que las inversiones que se han de hacer en el marco de la transición energética se concentran en las tecnologías realmente sostenibles.
02/04/2022 a las 15:27 h

Con el fin de frenar el cambio climático, la transición energética debe efectuarse con rapidez, aunque cumpliendo siempre con los principios de sostenibilidad y de justicia social. Para ello es fundamental desarrollar normativas que permitan asegurar que las inversiones que se han de hacer se concentran en las tecnologías realmente sostenibles. Y ello no sólo en el transporte por carretera sino también en el transporte marítimo, ambos sectores cubiertos por la normativa AFIR (Alternative Fuels Infrastructure Regulation).

Los puntos positivos de la propuesta de reglamento AFIR con respecto a vehículos ligeros y pesados son en primer lugar, que sea un reglamento en vez de una directiva. La Comisión Europea demuestra que ha escuchado las múltiples y unánimes llamadas para la creación de un mercado único de carga armonizado y preparado para el futuro en toda la UE.

En segundo lugar que se utilice una nueva metodología basada en la flota/objetivo por Estado miembro garantizando que el número de cargadores públicos aumente en proporción del número de vehículos eléctricos en la carretera. El tercer aspecto positivo es el de situar los objetivos en 2025 para cargadores de camiones a lo largo de las carreteras y en las principales áreas urbanas, con lo que la UE finalmente reconoce que los camiones eléctricos no son algo para un futuro lejano, sino que el despliegue de cargadores debe comenzar ahora.

Además, todos los objetivos son vinculantes, y cubren una amplia gama de niveles: carreteras, nodos urbanos, objetivos basados en flotas nacionales. Además, los objetivos se aplicarán a partir de 2025 tanto para los coches como para los camiones eléctricos, lo que es muy importante para garantizar el despliegue rápido de los cargadores.

[sumario]La UE finalmente reconoce que los camiones eléctricos no son algo para el futuro, sino que el despliegue de cargadores debe comenzar ahora”.[/sumario]

Y por fin, introduce unos requisitos para facilitar el uso de los cargadores eléctricos, como los lectores de tarjetas de pago, la transparencia de precios y su comparabilidad.

En el sector del transporte por carretera, para los vehículos ligeros se debería dar prioridad a la implementación de cargadores públicos suficientesy correctamente ubicados en toda Europa, hacer que los cargadores funcionen para los consumidores, y crear las condiciones de mercado adecuadas. Para los vehículos pesados, se debería centrar en incrementar la potencia de carga de los hubs, reducir la ambición de los requisitos para hidrogeneras, instalar cargadores en centros logísticos/hubs, y eliminar los requisitos para infraestructura de gas en vehículos.

En cuanto al sector del transporte marítimo, se requiere que la normativa AFIR recoja la exigencia de que todos los puertos europeos proporcionen en los muelles conexión a la red eléctrica a los buques atracados, que se suspenda el mandato a los puertos marítimos para que instalen infraestructuras de GNL, a fin de evitar activos destinados a combustibles fósiles, e introducir objetivos para la instalación de infraestructuras de repostaje de hidrógeno verde y amoníaco en los puertos, para permitir que los buques utilicen estos electro-combustibles cero emisiones.

Los fabricantes de camiones y automóviles han hecho una apuesta clara por la electrificación que reclaman los usuarios. En los próximos años se esperan los primeros grandes buques de emisiones cero, por lo que necesitarán una infraestructura adecuada de repostaje de combustibles de cero emisiones para poder desplegarse en los mares europeos.

Demorar hoy en día la transición hacia un transporte limpio y sostenible, sin humo en nuestras ciudades, pueblos, puertos e incluso los mares sería una gran irresponsabilidad, por las consecuencias nefastas tanto para el clima como para la economía.

 

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