La posición estratégica del puerto de Bilbao, y la fuerte dependencia que hay todavía en Europa del gas ruso, han generado que el amarre vasco se convierta en uno de los principales puntos de descarga de GNL procedente de dicho país en todo el continente.
En concreto, según datos del boletín estadístico del gas, publicados por Enagas, en los dos primeros meses del año aumentó un 171% la importación de este combustible.
De hecho, Rusia es el tercer mayor suministrador de gas natural hacia Españasólo por detrás de Argelia y Estados Unidos, situándose su cuota de mercado en el total de las importaciones españolas en febrero de este año en el 17,2%, frente al 12,6% del conjunto de 2022 y el 8,9% registrado en 2021.
Y Bilbao es el principal destino, ya que su ubicación geográfica lo convierte en uno destino natural de los barcos rusos, habiendo atracado en el enclave vizcaíno durante lo que llevamos de año cuatro de los doce buques que han arribado a nuestro país.
Por otro lado, y tras el cierre del gasoducto Nordstream, que traía anualmente 167 millones de metros cúbicos de gas desde territorio ruso hasta el resto de Europa, ha aumentado la dependencia de los países regasificadores, y el 30% de la capacidad está en España.
En 2022 el gas llegado desde Rusia alcanzó los 56.021 gigavatios hora, experimentando un incremento del 54,8% con respecto a 2021. Y las compras de este combustible han pasado de los 16,7 millones de 2021 a los 27,1 millones de los dos primeros meses de 2023.
Una dependencia que, pese a las recomendaciones del Ministerio de Transición Ecológica de limitar la llegada en la medida de lo posible del GNL de este país, parece difícil de reducir.
