La logística está en un eterno proceso de cambio que, en un entorno convulso como el actual, le enfrenta, por un lado, a la capacidad para responder en tiempo real a las necesidades del mercado, mientras que, por otro, le ofrece poca visibilidad con respecto a la evolución futura de la demanda.
Vivimos tiempos convulsos, que nos dejan a caballo entre un esplendoroso futuro digital y la prosaica realidad analógica.
El sector logístico y del transporte lleva de una parte a otra, como el flujo sanguíneo de cualquier animal, aquello que las sociedades modernas necesitan, adaptándose como puede a cambios vertiginosos y no siempre lineales.
Sin embargo, como en otras actividades humanas, existe en la logística y el transporte un doble pulsión contrapuesta.
Mientras que, por un lado, se tiende a un comercio globalizado, por otro lado, las nuevas tecnologías también hacen una interesante aportación en lo que respecta a la capacidad de personalización de la oferta, merced sobre todo al ingente volumen de datos que se producen a diario, algo que permite adecuar la oferta prácticamente a cualquier cliente, siempre que se conozca la información pertinente sobre sus gustos y preferencias.
[sumario]La colaboración es una tendencia hacia la que conducen todos los caminos, aunque tampoco está exenta ni de riesgos, ni de desconfianza, algo natural en una economía de mercado.[/sumario]
Esta misma tendencia se vive también desde el punto de vista empresarial, ya que cada vez más a menudo conviven grandes multinacionales capaces de integrar cadenas logísticas extraordinariamente complejas y alargadas, con especialistas de nicho y regionales, que se centran en áreas geográficas específicas, con un gran conocimiento del terreno sobre el que actúan y focalizados específicamente en rentabilizar algunas actividades logísticas específicas.
De igual modo, la llegada de las nuevas plataformas, lo que en algunos ámbitos se llama la economía colaborativa, con una nueva manera más descentralizada de entender tanto las relaciones comerciales como las laborales implica un giro de tuerca para un sector que, desde hace casi dos décadas, afronta un progresivo, aunque con idas y venidas, proceso de externalización.
La automatización de almacenes permite mejorar el aprovechamiento del espacio y minimizar errores.
Así mismo, por otra parte, otro de los factores que más influirá en la evolución del sector en los próximos años está relacionada con la adopción de procesos de automatización, una importante tendencia que afecta a diferentes sectores y que puede tener un destacado impacto sobre el empleo en el sector a escala planetaria.
Esto puede producirse tanto desde un punto de vista de eliminación y, en paralelo, creación de nuevos perfiles profesionales, como, por otra parte, en el cambio cultural que implicará dotar al personal de la formación funcional adecuada para poder sacar el máximo partido a las herramientas tecnológicas que se pongan a su alcance.
[sumario]La automatización va a marcar de manera decisiva la forma de gestionar la cadena de suministro, desde el almacenamiento o el propio transporte, hasta la entrega directa al cliente final.[/sumario]
Todas estas tendencias y algunas otras que también perfilan el futuro de un sector con un alto componente tecnológico convergen en una creciente necesidad de colaboración, pese a las dificultades existentes y la delgada línea que separa a la colaboración leal del aprovechamiento mercantil, por un lado, de conductas alegales que pudieran vulnerar la libre competencia.
Así pues, a la revolución tecnológica se superpone otra revolución de la operativa que pretende responder a las nuevas necesidades de los consumidores y a realidades de reciente aparición en el tráfico económico a nivel mundial.
Y en todo este entorno complejo, que ofrece muy poca visibilidad de cara al futuro, la capacidad de tomar decisiones en tiempo real se convierte en un objetivo de primera necesidad que trae consigo capacidad para gestionar y tratar la ingente cantidad de información que genera la cadena logística.
