El pasado 12 de octubre, el Gobierno neerlandés invocó una norma excepcional del país para hacerse con el control de Nexperia, una empresa dedicada a la fabricación de chips y componentes electrónicos con sede central en los Países Bajos, pero bajo control chino.
Tan drástica medida tenía la finalidad de evitar un desabastecimiento de estos elemenos tecnológicos en caso de emergencia, circunstancia que, a juicio del Ejecutivo del país europeo, supone un riesgo para el conjunto de la Unión Europea.
Como consecuencia, aunque Nexperia sigue fiuncionando con normalidad, cualquier decisión empresarial que tome puede ser bloqueada o revocada por el Ministerio neerlandés de Asuntos Económicos su se considera potencial dañina para los interés de la propia compañía, para su futuro como empresa europea o para preservar la integridad de la cadena de valor en Europa.
De igual modo, la sucesión de acontecimientos también ha supuesto el desplazamiento de Zhang Xuezheng como consejero delegado de la compañía y su sustitución de forma interina por Stefan Tilger.
A su vez, China ha protestado por la decisión del Gobierno de los Países Bajos y ha congelado las exportaciones de componentes esenciales para la producción de Nexperia, compañía que es uno de los principales proveedores de componentes electrónicos para la industria europea de automoción, especialmente para la fabricación de las unidades electrónicas que se montan en los vehículos y controlan sus sistemas eléctricos.
Según la patronal Acea, sin el suministro de los componentes críticos de la neerlandesa "los proveedores europeos de chips automotrices no pueden fabricar las piezas y componentes necesarios para abastecer a los fabricantes de vehículos, lo que amenaza con parar la producción".
De igual modo, aunque las marcas cuentan con otras alternativas de mercado, se necesita un proceso de homologación que podría llevar meses. Además, estas empresas también tardarían un tiempo en aumentar su producción para atender un posible incremento de la demanda.
En definitiva, la situación podría desencadenar una nueva crisis en la cadena de suministro similar a la hace unos años en un sector crucial para la economía del Viejo Continente amenazado también por la fuerte presión de las marcas asiáticas.