
La globalización parece tocada de muerte a juicio de muchos. Otros, sin embargo, creen que las relaciones comerciales que se han establecido desde hace décadas entre diferentes zonas del planeta son tan intensas y complejas que ya hay vuelta atrás. Para ellos, esta etapa supone poco menos que un ligero contratiempo en un proceso irreversible.
Visto lo visto en los últimos años, cada vez es más difícil hacer pronósticos y prácticamente imposible acertar con el vaticinio.
Por eso, volver la vista atrás y ver cómo hemos llegado hasta aquí puede aportar algo de luz sobre el presente y, quizás, también sobre el futuro inmediato.
Desde finales del siglo XX, los principales países occidentales decidieron confiar la mayor parte de su producción industrial a China, un país monumental, con un volumen de población descomunal y que necesitaba crecer.
Cada segundo que pasa se generan más de 5.400 pedidos de comercio electrónico en China”.
Occidente decidió confiar en su potencial tecnológico y en los servicios para delegar el proceso de manufactura en el gigante asiático.
Ahora sabemos que esta fué una aproximación un tanto simple. Por su propia idiosincrasia cultural, China tiene una capacidad total para analizar y copiar todo lo que llega a sus manos, sin dejar de lado una creatividad particular que se ha irradiado a gran parte de Asia.
En pocos años, China ha aprovechado su potencial demográfico y una política firme, dirigida con mano de hierro desde el Estado, para desbordar el ámbito industrial y convertirse en una potencia tecnológica de primer orden, aprovechando como un alumno aplicado el conocimiento que los países occidentales han puesto a su alcance.
Con estos mimbres, era solo cuestión de tiempo que China empezase a escalar hacia nuevos niveles de desarrollo. Desde hace algo más de una década, los dirigentes del país se dieron cuenta de que las cadenas de suministro le ofrecían una oportunidad para extender su influencia sin tener que recurrir a acciones militares. China simplemente ha aprovechado las relaciones comerciales internacionales para ir haciéndose con una posición privilegiada en la cadena logística global con el objetivo siempre en mente de ir consolidando una mayor autonomía.
Este proceso, que no ha pasado desapercibido para los países occidentes, se ha hecho, además, a plena luz del día. Incluso con la aprobación tácita o negligente, del resto de países.
Implicaciones logísticas
En el transporte marítimo, Japón y China dominan con puño de hierro la flota mercante mundial tanto por valor de las embarcaciones, como por el número de buques que controlan.
Concretamente, China, aunque el país asiático es el que dispone de mayor cantidad de embarcaciones con un total de 6.084 unidades valoradas en 204.000 millones de dólares.
Además, este país tiene la mayor flota de graneleros con 1.576 buques y de portacontenedores con 1.011 unidades.

También en el mar, China viene impulsando una sostenida y contundente estrategia en puertos de zonas estratégicas del planeta para gestionar terminales y recintos portuarios que actúen como puentes para el abastecimiento de materias primas para sus fábricas y de alimentos para su población.
De manera particular, el gigante asiático está desplegando su presencia en zonas ricas en recursos naturales, como la costa oeste africana e Iberoamérica.
Así mismo, en la útima década y paso a paso, China se ha ido ganando un papel esencial en la construcción mundial de barcos mercantes, hasta colocarse en primer lugar con una posición dominante en una industria clave para el comercio internacional, desplazando a los tradicionales actores del sector.
En concreto, según datos de Intermodal y Clarcksons, los astilleros chinos copan un 65% del total de pedidos de buques mercantes actualmente en desarrollo, porcentaje que contrasta vívamente con el 10% que tenían en el año 2000.
La palanca del E-commerce
En el ámbito del comercio electrónico, China ha superado por primera vez en su historia el umbral de los 150.000 millones de envíos de paquetería este pasado 2024, según datos dados a conocer esta misma semana por la Oficina Postal del país. Una cifra que en apenas una década se ha multiplicado por más de 10, desde los 14.000 millones de envíos de 2014. Por poner en contexto esta cifra, se calcula que cada habitante de China recibe más un centenar de paquetes al año y que cada segundo se generan más de 5.400 pedidos.
Al, mes se realizan más 13.000 millones de envíos que generan unos ingresos de más de cien mil millones de yuanes, equivalentes a algo menos de 13.100 millones de euros.
Por otro lado, el gigante asiático también lidera iniciativas para mejorar la conectividad terrestre con Oriente Medio y Europa, tanto por carretera, impulsando diversos acuerdos TIR, como por ferrocarril, a través de su consolidada iniciativa de la nueva ruta de la seda, actualmente muy afectada por la invasión rusa de Ucrania.
Con ello busca alternativas al aumento de la congestión portuaria, así como a los riesgos geopolíticos en Oriente Medio.
Fuerte dependencia
El pasado mes de octubre, el Banco de España alertaba en un artículo, que la elevada dependencia comercial de la economía española con respecto a China podría suponer un riesgo si se produjeran interrupciones en los intercambios comerciales o aumentasen las tensiones geopolíticas.
Esta situación de crisis con China afectaría a un cuarto de las empresas españolas, que declara que su actividad se vería negativamente afectada en ese escenario, debido a las eventuales disrupciones en los flujos comerciales y de inversión que supondría, así como al aumento de la incertidumbre asociado.
El Banco de España alertaba a finales de 2024 de la fuerte dependencia de la economía española de las importaciones chinas y de la falta de medidas para paliarla”.
Así mismo, este riesgo dejaría a la mayor parte de las empresas del país sin posibilidad de reaccionar para reorganizar sus cadenas de suministro de manera efectiva.
Según el regulador bancario nacional, un 10% de las empresas españolas importan insumos críticos de China, porcentaje que crece hasta el 20% en el caso de las manufacturas. La mitad de estas empresas importan estos insumos de manera directa, mientras que el resto lo hacen a través de distribuidores intermedios.
A su vez, de las empresas manufactureras españolas que importan insumos críticos de China, solo un 22% ha tomado medidas para reducir su exposición a ese país. Además, entre las compañías españolas que han tomado medidas para reducir su dependencia de insumos críticos de China, la mitad ha reemplazado a los suministradores de este país por otros ubicados en la Unión Europea, mientras que un 20% se han orientado hacia proveedores situados en España.
Al mismo tiempo, un 51% de ellas declaran que ni han actuado ni prevén actuar para reducir esa exposición, mientras que un 27% estarían planteándose adoptar algún tipo de medida este mismo año.

Otro informe de enero de 2024, esta vez elaborado en el Parlamento Europeo, advierte de que "China está adquiriendo cada vez más acceso a las infraestructuras europeas y a sectores de vital importancia para la Unión Europea y ejerce influencia sobre ellos". Este documento advertía de las vulnerabilidades de la Unión derivadas del monopolio chino de varias tecnologías clave y materias primas fundamentales.
Por ello, recomendaba reducir las dependencias externas de la UE, así como aumentar la diversificación de su cadena de suministro, desarrollar estrategias coordinadas para cartografiar las infraestructuras críticas en toda la Unión, identificar y evaluar los posibles riesgos de injerencia extranjera malintencionada y aplicar medidas para prevenir o minimizar cualquier amenaza para la seguridad de la Unión.
Logística, escenerio de confrontación
Ya en 2023, la Inteligencia Nacional de los Estados Unidos calificaba de vulnerabilidad crítica el dominio que ejerce China en la minería y procesado de tierras raras, ámbito en que se apunta que podría "restringir el suministro para sacar ventajas comerciales o como arma en una disputa política o comercial".
En esta misma línea, el informe de inteligencia también constata que "una disrupción prolongada en los suministros que controla China podría conducir a una escasez que podría afectar a la actividad industrial civil y militar en los Estados Unidos y en Occidente".
Prácticamente a la par, las autoridades chinas aseguraban que las políticas unilaterales estadounidenses ponen en riesgo las cadenas de suministro globales.
El enfrentamiento comercial entre China y los Estados Unidos de este 2025 no es más que otro episodio de la lucha por la hegemonía mundial entre las dos principales potencias planetarias. La invasión rusa de Ucrania ha dejado el papel de la Unión Europea en el de simple comparsa.
Parece que, tras el enconamiento inicial, la simple constatación de que las relaciones comerciales son más estrechas de lo que atistaba, con sus correspondientes implicaciones logísticas, está sirviendo para devolver las aguas a su cauce.