Un poco de optimismo

La presión que ejerce un mercado en el que el cliente está en clara posición de dominio es el principal motivo de la caída de los beneficios en las empresas del sector frigorífico en los últimos diez años de manera imparable.

04/11/2019 a las 20:05 h

Decía el escritor uruguayo Mario Benedetti que un pesimista es solo un optimista bien informado. Reconozco, y me gustaría estar equivocado, que no encuentro motivos para el optimismo en el sector del transporte frigorífico internacional de productos hortofrutícolas, el más relevante dentro de la especialidad del transporte de mercancías bajo temperatura controlada.

Hay múltiples factores que me llevan a pensar de esta manera, pero, todos en conjunto, determinan la rentabilidad de las empresas, principal leitmotiv de todo empresario.

Desarrollar una actividad empresarial no es fácil. Requiere esfuerzo, dedicación, dinero y asunción de riesgos; pero todo ello se ve compensado si se obtiene un legítimo beneficio. Pues bien, las empresas del sector frigorífico, salvo escasas excepciones, han visto caer sus beneficios en los últimos diez años de manera imparable, hasta convertirse en anecdóticos.

La presión que ejerce un mercado en el que el cliente está en clara posición de dominio es, a mi juicio, el principal motivo. Es el cliente el que impone las condiciones no solo en el precio, sino en el servicio, ocasionando conductas que pueden considerarse verdaderos abusos y que repercuten en el desarrollo diario de la actividad, afectando incluso, al propio personal, sobre todo a los conductores.

Tan solo hace unos meses un conductor sufrió un accidente mortal en Mercabarna, mientras descargaba su vehículo con una transpaleta, una función que debería corresponder al receptor de la mercancía y por cuyo trabajo el transportista, seguramente, no percibió cantidad alguna. Esta es una práctica que viene extendiéndose por lo que supone de ahorro de costes de personal al receptor de la mercancía. Y luego dicen los cargadores que el transporte por carretera es poco eficiente.

También podría citar el intercambio de palets como otro ejemplo de abuso, o los ‘tender’ que constituyen verdaderas subastas a la baja en la contratación del transporte. Las grandes cadenas de distribución que manejan a su antojo el mercado hortofrutícola imponen sus condiciones, al agricultor, al exportador y al transportista, haciendo que los márgenes se hayan reducido de tal manera que escasamente permiten la supervivencia de las empresas.

[sumario]A pesar de ver las cosas con poco optimismo, creo en un sector que ha superado todas las crisis y ha sabido adaptarse.[/sumario]

Hemos visto, en los últimos años, cómo veteranas empresas de transporte frigorífico cerraban por inanición. Recientemente dos empresas del sector agrícola anunciaban situación de pre concurso. Y que la cosa se quede ahí.

Por si fuera poco, en una situación tan delicada como la que está atravesando el sector, algunos sindicatos y ciertas plataformas, que dicen defender a los conductores y, que se sustentan en las redes sociales, parece, o que no se enteran, o no quieren enterarse de lo que está pasando, responsabilizando al empresario de transportes de todos los malesque sufren, planteando cuestiones del todo inasumibles con argumentos demagógicos.

Sin embargo, no les he visto defender, por ejemplo, la denominada vuelta a casa, que es una auténtica necesidad, o ser beligerantes con el consumo de alcohol y drogas, exigiendo que se hagan obligatorios los reconocimientos médicos y los controles específicos de consumo de estas sustancias, algo que si se ha hecho desde las asociaciones de transportistas.

A todo esto, hay que añadir, la excesiva regulación del sector,repleta de exigencias de todo tipo, incluso diferentes según el país o comunidad autónoma, que dificulta enormemente el desarrollo de su actividad, demandan una carga administrativa desproporcionada y encarecen los costes.

Todo ello produce el hartazgo de los transportistas y les lleva al desánimo y eso no es nada nada bueno. Sin embargo, a pesar de ver las cosas con poco optimismo, creo en un sector que ha superado todas las crisis y ha sabido adaptarse. Cierto es, que algunos se quedaron en el camino, pero, a pesar de todo, sigue en pie, dando lo mejor de sí mismo.

No estaría de más que, como sector estratégico, el resto de agentes implicados pusieran algo de su parte, cargadores, sindicatos y administración, para poder construir un transporte por carretera fuerte, que pueda atender las demandas y necesidades de clientes y trabajadores y que, encima, gane dinero.

Manuel Pérezcarro

Secretario General de FROET

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