En un entorno logístico cada vez más competitivo, cada eslabón de la cadena debe funcionar de manera eficiente y coordinada para garantizar el nivel de servicio exigido. Sin embargo, en un contexto donde los márgenes se estrechan y la demanda de soluciones más ágiles y sostenibles aumenta, muchas empresas aún enfrentan dificultades para optimizar sus procesos.
Según el ‘Estudio Sobre el Software de Movilidad en las Empresas de Logística’ realizado por Citet, el 83,3% de empresas logísticas considera necesario tener una herramienta de gestión de flotas que mejore sus procesos y su distribución de mercancías. Por lo que, la transformación digital es importante, pero su implementación aún avanza a ritmos desiguales.
Porque digitalizar supone tener el know-how del negocio e identificar dónde está la necesidad real. No todos los procesos requieren la misma inversión ni todas las empresas parten del mismo punto. Por eso, es clave entender el impacto de cada decisión tecnológica dentro de la cadena de transporte: cuándo conviene automatizar, qué información debe priorizarse y cómo es el proceso de integración de los sistemas de software.
En este contexto, la distribución urbana de mercancías representa uno de los retos más complejos y urgentes. Cada ciudad impone sus normativas relacionadas con sostenibilidad sin responder a una homogeneización dentro del territorio nacional, los clientes exigen entregas más rápidas y los márgenes siguen ajustándose.
Para afrontar esta situación, la trazabilidad y la interoperabilidad entre plataformas se vuelven esenciales. Pero todavía hay carencias importantes: falta visibilidad, faltan estándares y, sobre todo, falta interoperabilidad.
Es aquí donde algunas iniciativas comienzan a marcar una diferencia tangible. Soluciones como Standtrack ayudan a optimizar las operaciones y reducir los costes, mejorando la eficiencia de los procesos a través de una mayor interoperabilidad, trazabilidad integral y colaboración entre los actores de la cadena. El uso del código único elimina la necesidad de reetiquetar los bultos, lo que contribuye a prácticas más sostenibles en la logística y el transporte de mercancías.
Porque digitalizar supone tener el know-how del negocio e identificar dónde está la necesidad real, es clave entender el impacto de cada decisión tecnológica dentro de la cadena de transporte”.
Estas soluciones muestran que el camino pasa por la toma de decisiones y la inversión en base a datos. Pero para que escalen y se conviertan en estándar, necesitamos algo más que buenas herramientas: hacen falta marcos comunes, impulso institucional, y una apuesta decidida por la estandarización y la interoperabilidad.
La digitalización del transporte, por supuesto, pasa por modernizar infraestructuras, pero donde encontramos la mayor ventaja es en la transformación de la forma en que tomamos decisiones, gestionamos la información y la compartimos dentro de la cadena. Es también una oportunidad para construir un modelo logístico más resiliente, competitivo y alineado con los desafíos urbanos y medioambientales que ya están aquí. La tecnología está disponible. Ahora toca alinearla con una visión estratégica y compartida.