Después de cerca de 50 años dedicados a las organizaciones empresariales, y más de una década al frente de la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM), ha llegado el momento de cerrar una etapa intensa, compleja y profundamente enriquecedora. No es fácil decir adiós a una responsabilidad que ha marcado mi vida profesional, pero lo hago con la satisfacción de haber defendido con convicción y firmeza los intereses de un sector esencial para el funcionamiento del país.
He tenido el privilegio de trabajar codo con codo con empresarios, profesionales y compañeros que comparten una misma pasión: defender con dignidad y convicción los intereses de nuestro sector. Ha sido una etapa de entrega absoluta, en la que he aprendido, crecido y, sobre todo, comprendido el verdadero valor del diálogo, la unidad y el compromiso colectivo. Pese a las dificultades, me quedo con la satisfacción de haber contribuido, desde el asociacionismo, a construir una voz fuerte, respetada y representativa para el transporte de mercancías por carretera.
Cuando asumí la presidencia de la CETM en 2015, el transporte por carretera ya mostraba síntomas claros de los desafíos estructurales que aún hoy nos acompañan: la escasez de conductores profesionales, la competencia desleal, la falta de reconocimiento social y político, y una relación históricamente tensa con las administraciones públicas.
Durante estos años hemos proporcionado visibilidad al papel fundamental que desempeñan las empresas de transporte de mercancías. Hemos puesto en marcha una Ley específica de Morosidad; logrado establecer un mecanismo obligatorio de revisión del precio del transporte en función del coste del combustible; limitado la subcontratación abusiva en la cadena de transporte; prohibido la carga y descarga por parte de los conductores, y mantenido una interlocución constante con los poderes públicos, aunque no siempre con los resultados esperados.
De hecho, no oculto cierta frustración al constatar que, en los últimos tiempos, el sector ha sido relegado a un segundo plano por parte del Ministerio de Transportes. Hemos vivido meses de silencio administrativo, de promesas incumplidas, de buenas palabras sin hechos concretos. Esa falta de acción ha hecho que hayamos perdido un año en materia de política de transportes y no podemos permitirnos ese lujo.
A pesar de ello, desde la CETM hemos apostado siempre por el diálogo, la cohesión y la defensa profesional de nuestros asociados. Hemos resistido crisis económicas, huelgas, la pandemia y los efectos de la guerra en Ucrania. Y siempre lo hemos hecho desde la convicción de que el transporte no puede ser el eslabón débil de la economía. Estoy orgulloso y convencido de que, durante todo este tiempo, la unidad del sector y de nuestra organización ha sido nuestra mayor fortaleza.
Me voy con la certeza de haber dado lo mejor de mí. Con errores, sin duda, pero también con la satisfacción de haber defendido un sector que no solo mueve mercancías: mueve el país. Lo hace en silencio, cuando no nos miran, en condiciones difíciles y con una profesionalidad admirable.
Gracias a todas las personas que me han acompañado en este viaje. A mi familia por el tiempo robado; a los empresarios, asociaciones, miembros del Comité Ejecutivo y de la Junta Directiva, por su respaldo constante, y al equipo humano de la CETM, porque ha sido mi mayor apoyo.
Me voy dejando paso a nuevas voces y a nuevas ideas, pero seguiré comprometido con el transporte de mercancías mientras me quede aliento, porque uno nunca deja de ser transportista, solo cambia de marcha.
Gracias por la confianza. Gracias por el camino recorrido.