La normativa austríaca impone a las empresas extranjeras que realizan cabotaje dentro de sus fronteras el pago a sus conductores del salario mínimo vigente en el país.
Los operadores tendrán que demostrar que están pagando a los profesionales el salario mínimo del país, que varía según la antigüedad del empleado, el tipo de vehículo y las funciones desempeñadas.
El sistema telemático implantado por Austria demuestra, en opinión de los transportistas galos, la "facilidad" con la que se puede controlar el cabotaje extranjero.
Otros puntos fronterizos entre Alemania y Austria y entre Hungría y Serbia también se ven afectados por la entrada de personas que buscan refugio en Europa.
Las empresas extranjeras también deberán informar de la actividad que realizan, para que cargador y durante cuanto tiempo, antes de llevar a cabo el trabajo.
Las pegatinas permiten identificar de forma rápida el grado de contaminación de un vehículo, al informar según el color de la misma, de la categoría Euro del motor que equipa.