Actualmente son los requisitos de los cargadores, principalmente los referidos a la necesidad de reducir la huella de carbono en las operaciones de transporte, los que están propiciando el desarrollo de este tipo de soluciones, además de las restricciones al tráfico de vehículos diésel en entornos urbanos.
Como consecuencia de las sucesivas regulaciones medioambientales, que restringen la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, los fabricantes de camiones se encuentran en un proceso de mejora contínua, en lo que a emisiones se refiere.
Formación, estandarización de las normas, análisis de la calidad del combustible o el desarrollo de una app para conocer el estado de la carga son algunas de las actuaciones que acompañan a la implantación de nueve gasineras entre París y Cádiz.
La transformación de motores convencionales diésel, para un uso mixto gas + diésel, permite a los transportistas dar el paso a un carburante más limpio, con una menor inversión de la que supone actualmente la adquisición de un camión ‘puro’ de gas natural.
Las empresas pioneras en su utilización como combustible coinciden en el ahorro potencial del mismo, pero difieren en ciertos aspectos relativos a la infraestructura española y el papel de la Administración en su impulso.
La autonomía de los camiones y la red europea de estaciones de GNL permite operaciones con este combustible desde la costa portuguesa hasta el corazón de Suecia.
Según datos de la asociación Gasnam, las emisiones reguladas de los vehículos de gas natural se pueden considerar como “casi cero”, especialmente en los óxidos de nitrógeno (NOx) y las partículas.
La red de estaciones más amplía de Europa y siete plantas regasificadoras en los puertos de todas las fachadas marítimas, sitúan a España a la vanguardia de esta industria.