En unos pocos años, no van a quedar en Europa más que cuatro o cinco grandes empresas de transporte que se van a hacer con el grueso de las cargas y los demás tendremos que estar para lo que repartan”.
No es difícil toparse con alguien del sector del transporte de mercancías por carretera español que opine así o de manera similar.
El escenario de consolidación del mercado europeo de transporte está servido y si hay que creer lo que se dice en los mentideros del sector todo parece indicar que este nuevo esquema está más cerca que lejos.
La pandemia de finales de 2019 abrió los ojos a muchos fondos, que desde entonces han vuelto la vista a las empresas del sector. Fundamentalmente, en los últimos años han interesado los grandes contratos, el papel de proveedores de transporte que venían ofreciendo algunas compañías del sector para grandes clientes comerciales e industriales.
Además, algunas grandes empresas del sector han iniciado también procesos paralelos de crecimiento mediante absorción de otras empresas en una carrera por hacerse con hueco en un mercado que sigue siendo extremadamente competitivo y altamente fragmentado.
En definitiva, la tendencia de fondo existe y se viene desarrollando sin prisa, pero también sin pausa. Sin embargo, este cambio es complejo, nadie sabe si obedece a razones puramente coyunturales o significa una transformación sistémica, que en todo caso, está llevando su tiempo.
Puede, incluso, que pueda llegar a revertirse, pero, aun así, es una evidencia que está modificando el mercado
Varios son los factores que inciden en esta línea evolutiva desde dentro del propio sector, aparte de las propias de la dinámica económica general.
Competitividad
El más importante de todos ellos es la competitividad.
El transporte de mercancías por carretera es un sector maduro, con poco margen de mejora de su competitividad debido a aspectos normativos y sociales, principalmente, a juicio de diversos expertos.
Las nuevas tecnologías constituyen el arma principal del transporte para mejorar la competitividad en un contexto legal y social restrictivo.
Sin embargo, la presión de los clientes para incorporar mejoras de sostenibilidad llevan al sector a intentar conseguirlas a través de la tecnología, quizás el único medio a su alcance.
De igual manera, las empresas están cada vez más obligadas a aportar datos e información de gran valor para la gestión de las cadenas de suministro. Este es otro vector de aumento de la competitividad a través de la tecnología
Pero las inversiones en tecnología son cuatiosas y, aunque se abaratan siguiendo una proporción geométrica, siguen necesitando una cierta masa para ser rentables a corto y medio plazo.
Según un reciente análisis de Transport Intelligece, solo grandes empresas de transporte estarán en disposición de aprovechar las ventajas competitivas que proponen las nuevas tecnológicas en términos de eficiencia y productividad, especialmente en un escenario de altos costes, escasos márgemes, baja inversión como consecuencia, y bajo desarrollo profesional con equipos sin perfiles tecnológicos adecuados.
A su vez, el informe sobre las Tendencias en Digitalización de Flotas en España elaborado por Webfleet apunta que solo una minoría de las empresas del sector ha integrado estas herramientas con sus sistemas de CRM o TMS en lo que supone un potencial de mejora en eficiencia operativa y atención al cliente, sobre todo si se tiene en cuenta que un 91% de las empresas del sector transporte y logística ya utiliza soluciones telemáticas para la gestión de sus flotas.
Es decir, la digitalización está avanzando, pero la mayor parte de los casos lo hace con un alcance bastante limitido, circunstancia que podría deberse al desconomiento o a la falta de una conexión adecuada entre transportistas y proveedores de servicios tecnológicos.
En este mismo sentido, los beneficios que produce la digitalización incluyen el control de vehículos, la reducción de costes y una mayor eficiencia operativa y en la planificación.
No obstante, la resistencia al cambio por parte de los conductores y la falta de formación son los principales obstáculos.
Sin embargo, un 17% de los encuestados considera el coste como uno de los retos principales a la hora de digitalizar su flota, lo que indicaría que las empresas cuentan con presupuesto para adoptar sistemas de gestión de vehículos y que son otros factores distintos los que impiden el despliegue de tecnología.
Entre ellos podría encontrarse una cierta resistencia a aportar un servicio que constituye un gasto, pero que aporta valor principalmente en el ámbito de los clientes.
Digitalización y sostenibilidad
Este argumento nos lleva a dos procesos que el sector tiene en marcha desde hace más de una década y que guardan una estrecha relación: la digitalización y la transición energética.
Ambos implican incrementos de costes, pero también mejoran la competitividad de las empresas, especialmente a ojos de los clientes, más en lo que está relacionado con el rendimiento puro de kilómetros realizados.
De manera particular, la digitalización aporta beneficios en términos de seguridad, mantenimiento predictivo y sostenibilidad.
A su vez, la transición energética genera gran incertidumbre en el sector, que ve en riesgo su propia productividad sin que haya ayudas de ningún tipo.
Dinámica de la oferta y la demanda
La escasa capacidad se ha convertido en una constante del mercado europeo de transporte de mercancías por carretera en los dos últimos años.
Esta situación de falta de camiones presiona los precios en los servicios de transporte incluso en períodos de baja demanda y obliga a los responsables de transporte y logística de los cargadores a hacer equilibrios entre dar un servicio adecuado y mantener los costes bajo control en un contexto cada vez más difícil.
Hasta ahora, los cargadores venían utilizando tenders cada cierto tiempo y otras técnicas de contratación para acceder a los transportistas que ofrecen los precios más bajos del mercado.
El cambio de equilibrios en la oferta y la demanda tras la pandemia ha modificado también las relaciones que mantienen los transportistas con sus clientes".
Bajo este esquema, y con un mercado fuertemente atomizado y con mucha oferta, el precio ha sido siempre el principal componente de la relación cargador-transportista, pero, sin embargo, en la actual coyuntura parece que el mercado demanda otras estrategias adaptadas a su situación actual de capacidad contenida, según Freight Perspectives.
Cambios en la relación con los clientes
En particular, la situación parece pedir relaciones comerciales estables y a largo plazo, que garanticen tanto contar con capacidad cuando se necesite, como un esquema de precios conocido o, al menos, previsible, a expensas de la evolución que vivan los precios de los combustibles, uno de los principales costes del transporte.
Pese a todo, dista mucho de que en este panorama los transportistas tengan el control del mercado.
Se trata más bien de una nueva coyuntura impulsada entre otros factores por la escasez de conductores y por la mala imagen social del sector.
Imagen y escasez de conductores
Precisamente la falta de conductores es, quizás, el mayor problema del sector.
La situación se debe, por un lado, a un progresivo empeoramiento de las condiciones laborales en las últimas décadas y, por otro, a un envejecimiento claro e inevitable de los profesionales actualmente en activo.
A su vez, la escasez de conductores tiene efectos en diversos frentes. Por un lado, presiona los costes al alza en uno de los componentes de gasto más importantes de las empresas de transporte como es el de personal, junto con el del combustible.
Por otra parte, introduce tensiones laborales que conviene gestionar para evitar fuga de talento.
De igual manera, la falta de conductores profesionales tiene ciertos efectos a la hora de limitar la oferta de transporte.
En definitiva, todo el conjunto de la economía y de la sociedad parece estar viviendo un complejo proceso de cambio que implica riesgos, aunque también genera oportunidades.