
Suele considerarse dogma de fe que la atomización empresarial del transporte de mercancías por carretera en España es uno de los motivos fundamentalesque explican por qué no suben los precios de los servicios tal y como lo hacen en otras partes de Europa.
Hasta hace bien poco unos transportistas solían arrojar a otros las culpas por reducir precios por debajo de costes. También todo esto parecía haber cambiado con las nuevas normas que contemplan la repercusión de la evolución de los precios de los combustibles, que endurecen los pagos por paralizaciones y que han conseguido recortar la morosidad que soportaba el sector.
Incluso la llegada de nuevos inversores al sector parecía anunciar una nueva etapa de consolidación que reduciría la oferta y permitiría hacer nuevos ajustes al alza en los precios. Sin embargo, nada de esto parece ser así.
Ayudas y dopaje
Durante 2022 y 2023, muchas empresas de transporte han vivido “dopadas” por los efectos de la bonificación en el precio del gasóleo y ahora todo se vuelven dudas, a pocas semanas de que finalice esta ayuda, mientras el Gobierno marea la perdiz a la espera de ver qué cara pondría Bruselas si introduce una nueva prórroga.
Mientras tanto, es ‘vox populi’ en el sector que algunos de estos nuevos actores han entrado como elefantes en cacharrería y han decidido competir por volúmenes, tirando unos precios que había costado mucho adecentar mínimamente.
De manera particular, parece que las mayores pérdidas de rentabilidad se están produciendo en los viajes de bajada de los servicios internacionales, que tras haberse incrementado en el último año y medio, ahora empiezan a registrar valores que no se veían desde hace tiempo, dado que algunas empresas señaladas empiezan a apretar para conseguir algo de retorno, en vez de regresar de vacío.
Otra variable a tener en cuenta para el sector en los próximos meses son los costes de financiación en las renovaciones de flotas de tractoras y semirremolques, cuyos incrementos amenazan con poner en riesgo muchas operaciones comprometidas, a la vista de que los números que las sustentan no dan de si.
En definitiva, parece que las condiciones del mercado de transporte de mercancías por carretera han empeorado ostensiblemente en el último tramo de 2023 por la propia acción de algunos actores del mercado.
A su vez, las condiciones de la demanda tampoco parecen acompañar, especialmente en los tráficos de exportación a Alemania y a otros importantes destinos europeos, lo que habría hecho que algunas empresas hayan decidido ser más agresivas en el mercado, con el consiguiente efecto multiplicador sobre el comportamiento de otros competidores.
La guinda del pastel la pone la incertidumbre que genera la evolución futura de los precios de los combustibles y el efecto que podría tener la desaparición, si finalmente se produce, de la bonificación en el precio del carburante para los transportistas, que podría traducirse, a juicio de muchos, en la salida de un numeroso grupo de empresas, incapaces de sobrevivir sin esta ayuda.