Las alteraciones que viven las cadenas de suministro desde finales de 2019 se manifiestan de maneras diferentes en función de cada segmento de actividad.
De modo general, estas disrupciones en los flujos logísticos se suelen traducir en escasez en ciertos productos que en momentos puntuales se ven sometidos a un fuerte incremento de la demanda, con lo que se rompe el frágil equilibrio existente ante una oferta que no puede aumentar en los volúmenes que serían necesarios.
Algo de esto sucede con el suministro de ciertos antibióticos en la Unión Europea desde noviembre del año pasado, cuando se ha empezado a detectar un incremento en el número de personas con infecciones respiratorias que ha hecho que aumente la demanda de estos compuestos, especialmente en ciertos formatos pediátricos, según refiere la Agencia Europea del Medicamento.
Además, el organismo europeo estima que en esta situación, así como en otras similares que se vienen produciendo tienen mucho que ver diversos eventos globales como la invasión rusa de Ucrania, la crisis energética y las altas tasas de inflación.
En particular, la escasez que se vive en estos momentos afecta a la amoxicilina. Para intentar paliarla, las autoridades europeas del medicamento han articulado conversaciones con todos los actores de la cadena de suministro de este antibiótico para acordar posibles medidas de mitigación, como aumentar la capacidad de fabricación.
Paralelamente, cada Estado miembro de la Unión está recurriendo a las medidas provisionalesque existen para estos casos, como permitir el suministro excepcional de determinados medicamentos o cambios en los etiquetados.