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Director general de Logista Freight
Álvaro González-Escalada, director general de Logista Freight

La escasez de conductores de camiones en Europa: un problema sin solución a la vista

La profesión de conductor de camiones sigue estando injustamente infravalorada, poco se habla de los sacrificios que hacen estos profesionales con jornadas largas, aislamiento familiar, condiciones de descanso en ocasiones precarias o presión constante para cumplir con los plazos.
16/06/2025 a las 11:49 h

Europa se enfrenta a una escasez crónica de conductores de camiones, y lo que es aún más preocupante, parece no haber una solución clara a la vista. Este no es solo un problema que afecta a la logística o al sector del transporte, sino un síntoma de algo más importante: un desajuste estructural entre las necesidades del mercado y la realidad social, política y económica en la que vivimos.

Durante demasiado tiempo, este tema ha sido relegado a un segundo plano, tratado como un contratiempo operativo y no como lo que realmente es: una crisis de mano de obra con un impacto directo en el funcionamiento de las cadenas de suministro, en el comercio y, en consecuencia, en todos los consumidores. La escasez de conductores no empezó ayer, pero ha adquirido proporciones alarmantes en los últimos años, impulsada por el envejecimiento de la fuerza laboral, el escaso atractivo de la profesión y la escasa renovación generacional.

La verdad es que la profesión de conductor de camiones sigue estando injustamente infravalorada. Poco se habla de los sacrificios que hacen estos profesionales: jornadas largas, aislamiento familiar, condiciones de descanso en ocasiones precarias, presión constante para cumplir con los plazos.

Lo más grave es constatar que, a pesar de todo esto, se ha hecho muy poco de forma concreta para revertir la tendencia. Las soluciones siguen siendo reactivas, dispersas y, en la mayoría de los casos, ineficaces. Ofrecer un bono de entrada o aumentar ligeramente el salario no es suficiente. Se necesita un cambio de paradigma. Es necesario invertir seriamente en la dignificación de la profesión, crear mejores condiciones de trabajo, facilitar el acceso a la formación y acelerar la integración de conductores extranjeros, eliminando barreras burocráticas y promoviendo una movilidad laboral más eficaz dentro de la Unión Europea.

La escasez de conductores no empezó ayer, pero ha adquirido proporciones alarmantes en los últimos años, impulsada por el envejecimiento de la fuerza laboral, el escaso atractivo de la profesión y la escasa renovación generacional.

Conscientes de este problema desde hace tiempo, las empresas deben apostar por medidas para paliar esta escasez de conductores, para mejorar el trabajo diario de los conductores. Hay que implantar la tecnología para que, ante la inseguridad y la falta de control, se optimice el servicio, se facilite el trabajo de los conductores y se garantice la seguridad de las mercancías.

Además, es esencial actuar antes de que el problema aparezca, anticipar a incidencias en el transporte de mercancías sensibles o críticas, evitando improvisaciones y garantizando la seguridad y el bienestar de los conductores.
Otra vía de trabajo son los sistemas de intervención remota que facilitan la intervención de un equipo en caso de desvíos de ruta no autorizados o paradas en lugares peligrosos, para dar mayor seguridad al conductor.

Por otra parte, aportar una buena formación inicial y continua sobre las operaciones, procedimientos o herramientas en marcha es crítico, con el objetivo de que los conductores puedan hacer bien su trabajo y no encuentren dificultades en este sentido.

En último lugar, cabe destacar dos acciones que consideramos generan el confort adecuado a los transportistas. El primero consiste en asegurar una remuneración justa y adecuada, que evite la rotación excesiva. El segundo, en mantener un contacto personal constante, asegurar de que entiendan bien las instrucciones de las cargas, realizar un seguimiento veinticuatro horas durante siete días de la semana y, por lo tanto, ofrecer una asistencia y un acompañamiento durante todo el camino por parte de las compañías. En definitiva, lo que se busca es que el conductor se centre en operar de forma segura, mientras que la compañía se encarga de todo lo demás.

Todo lo anterior evidencia que la apuesta ciega por la automatización como solución mágica es, en el mejor de los casos, ingenua. Aunque los avances tecnológicos son innegables, aún estamos a años, quizás décadas, de una implementación plena, segura y regulada de vehículos pesados autónomos en las carreteras europeas. Las variables en juego son demasiadas: desde las complejidades técnicas de la navegación en tiempo real, pasando por cuestiones legales y éticas, hasta una infraestructura vial que simplemente no está preparada para ese tipo de operación.

Además, la aceptación social de camiones sin conductor está lejos de ser consensuada, lo que plantea obstáculos adicionales a su integración generalizada. Depender exclusivamente de esa promesa es ignorar la urgencia del presente y postergar decisiones críticas basadas en una solución que aún no existe a escala práctica. Y, sobre todo, es una falta de respeto hacia los profesionales que cada día mantienen el sistema en funcionamiento con esfuerzo y dedicación.

Mientras esperamos una tecnología milagrosa, los camiones necesitan seguir circulando y para ello, necesitamos personas reales al volante. Es urgente una respuesta coordinada, con visión estratégica, que reconozca el papel fundamental de los conductores en el tejido económico del continente. Porque sin conductores, no hay suministro. Y sin suministro, todo lo demás se detiene.

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