Un combustible prometedor con riesgos únicos

Transporte y almacenamiento de hidrógeno: claves para una energía segura y sostenible

En la carrera hacia la descarbonización, el hidrógeno emerge como una alternativa limpia frente a los combustibles fósiles. Sin embargo, la forma en que se transporta y almacena el hidrógeno determinará hasta qué punto podrá desplegarse a gran escala en la economía global.

01/10/2025 a las 10:00 h

El hidrógeno no es un recurso primario: debe producirse, comprimirse o licuarse antes de llegar a su punto de consumo. Su baja densidad energética y sus propiedades físicas lo hacen particularmente complejo de manipular.

Las moléculas de hidrógeno son capaces de filtrarse por microfisuras en tuberías y depósitos. Esto eleva el riesgo de fugas, incendios y explosiones, lo que exige una ingeniería de seguridad altamente especializada. Además, fenómenos como la fragilización de metales obligan a seleccionar cuidadosamente los materiales.

Formas de almacenamiento: gas, líquido y vectores químicos

Existen diferentes métodos de almacenamiento, cada uno con ventajas y limitaciones:

  • Gas comprimido: se utiliza en depósitos a presiones de 350 a 700 bares. Es el sistema más económico y extendido, especialmente en aplicaciones de movilidad.
  • Líquido criogénico: enfriado a -253 °C, el hidrógeno aumenta su densidad energética, lo que facilita su transporte marítimo o por carretera, con la desventaja del alto coste energético del proceso de licuefacción.
  • Criocomprimido: una combinación que mejora la densidad de almacenamiento.
  • Vectores químicos: como el amoníaco o los líquidos orgánicos portadores (LOHC), que permiten transportar hidrógeno de forma más estable y liberarlo en destino.
  • Sistemas avanzados: absorción en hidruros metálicos o adsorción en materiales porosos, todavía en desarrollo.

En paralelo, la industria investiga soluciones de gran escala como el almacenamiento en cuevas de sal, que podrían ofrecer una alternativa más económica y segura para proyectos industriales.

Transporte: de las tuberías a los buques criogénicos

El transporte de hidrógeno varía en función de la distancia, el volumen y la infraestructura:

  • Tuberías: ideales para conectar plantas de producción con consumidores cercanos o para redes regionales. Europa ya planea el desarrollo de corredores de hidrógeno a gran escala.
  • Camiones y ferrocarril: transportan hidrógeno comprimido o líquido en cisternas especiales. Son opciones flexibles, aunque con limitaciones de capacidad.
  • Barcos criogénicos: diseñados para transportar hidrógeno líquido a largas distancias, representan el futuro del comercio internacional de este combustible.

Cada modalidad requiere sistemas de monitorización avanzada para detectar fugas y garantizar la seguridad. Aquí entran en juego sensores de presión, temperatura y detectores de gases específicos, ya que las tecnologías usadas en gas natural no siempre son efectivas para el hidrógeno.

Seguridad y digitalización: un binomio imprescindible

La manipulación de hidrógeno exige estrictas medidas de seguridad como instalaciones en exteriores bien ventiladas, equipos conectados a tierra, herramientas antichispas y revisiones periódicas contra fugas. No obstante, la digitalización aporta un valor añadido decisivo.

Al integrar sensores inteligentes, plataformas de datos y tecnologías de monitorización en tiempo real, es posible anticipar riesgos, reducir costes de mantenimiento y mejorar la eficiencia operativa. Según Endress+Hauser, la clave está en convertir el potencial digital en rendimiento real, garantizando procesos más transparentes, sostenibles y seguros

Costes y desafíos por resolver

El transporte y almacenamiento pueden representar hasta un 40 % del coste final del hidrógeno verde, lo que frena su competitividad frente a otros combustibles. A ello se suma la falta de infraestructuras. A día de hoy, las estaciones de repostaje de hidrógeno son escasas, lo que limita su adopción en la movilidad diaria.

Aun así, los vehículos de hidrógeno ofrecen ventajas sobre los eléctricos a batería ya que repostan en minutos, no sufren degradación energética con el tiempo y cuentan con una densidad energética muy superior. En sectores como el transporte pesado o la aviación, estas características podrían marcar la diferencia.

Una apuesta estratégica para la transición energética

El almacenamiento y transporte seguros del hidrógeno no son solo un requisito técnico: son la condición que permitirá al hidrógeno consolidarse como pieza clave en la transición energética. La innovación en materiales, la digitalización de procesos y la inversión en infraestructuras globales determinarán la velocidad de este cambio.

En definitiva, el hidrógeno es mucho más que un combustible alternativo: es un vector energético que puede transformar la manera en que se produce, distribuye y se consume energía. La cuestión ya no es si será protagonista, sino cómo y cuándo se logrará su despliegue de forma segura, eficiente y sostenible.

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