Las siete primeras navieras del mundo controlan aproximadamente el 75% de la flota mundial, mientras que en el ámbito de las terminales, diez grandes grupos son los encargados de gestionar el 66% de las instalaciones.
Los estibadores portuarios formamos parte de un sector cuya competitividad y solvencia lo han convertido en uno de los motores indiscutibles de la economía española.
Las empresas navieras van a verse obligadas a trasladar a sus clientes el incremento de costes de combustible encareciendo los fletes.
El proceso de liberalización del transporte ferroviario de mercancías no ha tenido los efectos esperados, y mientras Renfe sigue dominando el mercado, los operadores privados reclaman cambios en el modelo actual.
Más allá del debate sobre la falta de conductores profesionales o de las condiciones de este trabajo, el colectivo presenta un problema mucho más grave: el de su envejecimiento, una circunstancia que proyecta el drama hacia las próximas décadas y lo agrava.
Los avances tecnológicos, los cambios normativos y la evolución del mercado internacional son los factores que más han influido en el devenir del transporte terrestre portuario.
Desde 1999, las normas que regulan la actividad del transporte por carretera han cambiado radicalmente, con el fin de pasar de un sector regulado a una actividad totalmente liberalizada que ahora juega dignamente a nivel europeo.
Los ‘falsos autónomos’ son trabajadores por cuenta ajena que deberían estar amparados legalmente por los convenios colectivos sectoriales.
El amplio sector al que pertenecemos, debe afrontar los retos de la adaptación laboral a la digitalización en sus diferentes formas y ámbitos.