La industria de la aviación y el sector aeroespacial se enfrentan a una transformación sin precedentes, marcada por la necesidad de adaptarse a un entorno tecnológico en constante evolución, garantizar la sostenibilidad del transporte aéreo y abordar con rigor los nuevos riesgos operativos y regulatorios.
Esta es una de las principales conclusiones del 'Aviation Day 2025' celebrado en Madrid, que ha organizado en abril el despacho internacional Clyde & Co. Durante la jornada, se han abordado cuestiones críticas, como la exposición creciente a fenómenos meteorológicos extremos, el aumento de las turbulencias y los desafíos que plantea la ciberseguridad.
En lo referente al marco regulatorio internacional, se han debatido las implicaciones jurídicas de la nueva normativa sobre emisiones, los avances en el Registro Global de Combustible de Aviación Sostenible, las obligaciones de los operadores en el marco del Cielo Único europeo y la necesidad de reforzar la transparencia para evitar prácticas de 'greenwashing'.
Asimismo, se ha puesto el foco en el cumplimiento de las sanciones internacionales derivadas del escenario geopolítico actual, y su repercusión sobre las operaciones aéreas en un contexto en el que la aviación pretende alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050. Para ello, debe adaptarse a exigencias como la trazabilidad de los biocombustibles, y la armonización normativa entre Estados miembros, así como asumir un papel más activo en los mercados reforzados de derechos de emisión.
Otro de los ejes de debate fue la crisis en la cadena de suministro, incluyendo asuntos como la escasez de aeronaves, los retrasos en la entrega de componentes y la necesidad de renovar las flotas. Las empresas se están vinedo obligadas a desplegar estrategias innovadoras para hacer frente a la tensión entre la demanda creciente y la limitada capacidad productiva actual.
También se destacó la necesidad de que la evolución tecnológica del sector vaya acompañada de una regulación capaz de proteger tanto la seguridad operacional como los derechos de los usuarios, abordando la aviación como un sistema interdependiente que requiere respuestas jurídicas bien articuladas y adaptadas a su complejidad.
Respecto a los drones, se abordaron también cuestiones como la clasificación de los operadores, los umbrales de peso, la delimitación de usos permitidos o la introducción de vulnerabilidades cibernéticas como posible factor constitutivo de producto defectuoso. En cuanto al ámbito espacial, se discutieron los efectos de la aceleración industrial, la reducción de costes y la irrupción de operadores privados, subrayando la urgencia de revisar el marco jurídico internacional vigente para dotarlo de mayor precisión, eficacia y aplicabilidad.
El futuro del transporte aéreo y espacial, por tanto, estará marcado por la capacidad del sector para adaptarse a una presión regulatoria creciente, resolver cuellos de botella en la cadena de suministro y anticiparse a nuevos riesgos operativos y tecnológicos. La cooperación entre actores públicos y privados, la actualización de los marcos regulatorios y la inversión en innovación tecnológica se consolidan como ejes clave para afrontar esta nueva etapa.